CUENTO DE NAVIDAD DE HM SHILCARS:
“EL DESCUBRIMIENTO DEL FUEGO”
Permitidme
un breve instante, acercándose la Navidad, ese periodo tan hermoso de
hermandad. Cuando las energías del cosmos se inclinan humildemente hacia el ser
humano para rendirle homenaje.
En
esos días ya próximos, permitidme pues que os cuente un pequeño cuento, como a
los niños. Porque en el fondo, niños somos todos en esa bondad del corazón, en
esa unión.
Érase
una vez un hombre, el hombre hace millones de años, deambulando por el planeta
Tierra, su planeta por propia decisión. Allí estaba buscando algo que le
hiciese reflexionar sobre la trascendencia de su vida.
El
hombre, en aquella época, buscaba muy afanosamente la razón de su existencia,
pero el medio le era hostil. Se confundía muy mucho con los demás animales.
Era
un buscador infatigable pero en el fondo, a diferencia de los demás animales,
le brillaba una luz. La luz de su consciencia, la luz de su libre albedrío.
Y
entonces, viendo eso, el cosmos comprendió que era ya el momento de abrirle a
una nueva perspectiva para que continuara enfilando positivamente la ascensión
por esa imaginaria escalera de caracol. Y le dio la posibilidad de descubrir
el fuego.
El
hombre se dio cuenta, se apercibió, de que el fuego era su aliado más que su
enemigo, y lo descubrió “casualmente”, entre comillas, y se dio cuenta de las
grandes posibilidades de adherirse y hacerse suyo ese elemento de la
naturaleza. Y al fin lo descubrió con sus propias manos y cerebro. Y desde
entonces el hombre ha ido evolucionando, como todos sabéis, en este planeta
Tierra.
En
un principio el fuego le era rebelde. Debía cuidarlo, vigilarlo, conservarlo
para que no se apagase y, cuando estaba a punto de hacerlo, siempre “caía” una
rama que mantenía viva la llama; y la de su espiritualidad. En este caso su
protección.
Así
fue transcurriendo el tiempo. El hombre, con el fuego, dio un gran salto
cuántico. Pero siempre alerta, cuidadoso por mantenerlo siempre encendido. Y
alguna vez se apagaba, lo perdía, y debía buscarlo a través de largos periodos
de tiempo. En busca de la oportunidad de un nuevo fuego conque calentarse y
continuar su carrera evolutiva.
Finalmente,
ese hombre conquistó definitivamente el fuego. Conquistó también muchos hitos
importantes que le han llevado hasta ahora, hasta estos momentos. El hombre,
pues, ha conquistado un gran puesto en la cosmología.
El
hombre actual es un ser muy avanzado en todos los aspectos, pero sigue
obstinado aún en la búsqueda de ese algo más, de eso que le hace vibrar, y
continuamente está a la búsqueda y al acecho para preservar su vida y, lo que
es más importante: se pregunta constantemente qué hay más allá de ese espacio
físico.
Y
en prueba de su obstinación y de su búsqueda infatigable, ha logrado creer en
la hermandad. En saber las mieles de lo que es la unidad dentro de la
diversidad.
Ese
hombre ha creado sociedades, ha creado un mundo nuevo pero busca aún ese fuego,
pero ya el fuego interior, espiritual.
Y
el cosmos lo ha oído. En este caso concreto, en nosotros ha entregado una especie
de fuego interno que a solicitud nuestra lo ha depositado en nuestra mente.
Y
lo ha hecho de la forma más humilde que se podía hacer, que es a través de una
sencilla piedra que se ha extrapolado en el mundo físico, replicándose, y lo
seguirá haciendo indefinidamente e infinitamente.
Esa
piedra es el fuego que el hombre ha descubierto. Y lo ha descubierto él mismo
porque el cosmos ha querido que así sea. Pero al hombre le queda ahora
mantenerlo. Mantener ese fuego, espiritual y físico a la vez, y procurar que no
se pierda, que no se apague.
Para
ello va a necesitar, en este caso estando en un escalón superior de consciencia
en esa simbólica escalera de caracol, va a necesitar, mucha paciencia. Y sobre
todo deberá aplicarse en la auto-observación. Porque si cae en la ignorancia
nuevamente, en el interés, ese fuego se apagará, y deberá andar para buscar
otro fuego, otra piedra, para volver a encenderlo.
Así
que, amigos, hermanos, la historia del hombre puede resumirse así tan
brevemente en ese cuento de Navidad.
El
hombre actual no se distingue mucho del hombre de hace millones de años, porque
en el fondo es ese ser divino que forma parte de ese Todo.
º º º
De la monografía:
"Los cuentos de Tseyor", pag. 20
de nuestra
Biblioteca: www.tseyor.com
º º º
Feliz Navidad para todos, felices fiestas...
Con amor,
Tseyor en Perú
º º º º º º º
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus aportes son muy apreciados.