jueves, 28 de marzo de 2013

20) “Psicología Transpersonal”– AÑO 2012

MENSAJES DESDE LAS ESTRELLAS
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Hola amados Hermanos:
Comparto con cariño transcripciones de la Monografía “Psicología Transpersonal. Mensajes de Sili-Nur”, que podemos hallar en nuestra Biblioteca www.tseyor.com

El enlace es:

Con amor,
Noventa PM
__________
Digamos basta ya a la
Inexorable recurrencia de vida
tras vida en una oscuridad casi total
del individuo. Démosle la visión completa
de su panorama espiritual. Enseñémosle
los primeros pasos  a seguir
por el camino de la evolución
espiritual.

SILI-NUR

20) “Psicología Transpersonal”– AÑO 2012


            21. AÑO 2012


El pensamiento trascendente es aquel que nos sirve para llegar a las profundidades de nuestra psicología, a conocer espacios adimensionales.

El sabor profundo del Amor, visto desde el ámbito de la inspiración artística, técnica, religiosa... no es más que chispazos que se producen en nuestra mente y de algún modo nos está indicando que existe un mundo más allá de este espacio limitativo tridimensional.

La realidad auténtica está ahí, pero acaso nos auto limitamos.

 Y tan solo interesa que nos propongamos hacer un esfuerzo, un pequeño esfuerzo de autoobservación, para dilucidar exactamente qué camino tomar.

Sin duda, a nuestro espíritu, a nuestra personalidad superior, le interesa la trascendencia y se sirve de nuestro pensamiento intrascendente, subjetivo, cuando le añadimos más y más grados de vibración. De este modo se alcanzan cotas cada vez más altas y mejores en expectativas y transformación evolutiva.

Añadiría que tenemos dos caminos claramente diferenciados.

El primero, horizontal, que no nos va a llevar a ningún sitio a no ser a la rutina. Y el segundo, perpendicular, que corta la horizontalidad de esta vida tridimensional.

Y en el cruce de esos dos caminos, en ese justo punto y término, es en donde hallamos la realidad.

 Estamos todos en que podemos trascender un espacio tridimensional pero ¿cómo hacerlo? Es más, ¿qué significa trascender un espacio tridimensional?

Si acaso, antes comprenderemos que el mundo físico, el espacio tridimensional propiamente dicho, es una herramienta muy efectiva ya que se dispone de espacio-tiempo y, por lo tanto, épocas, etapas, procesos.

Sin el mundo físico sería muy difícil resolver cuestiones trascendentales.

Aunque no es el único mundo en el que poder formalizar unas relaciones vitales y existenciales.

Entonces, si entendemos que vivimos, transitamos por un espacio tridimensional o físico, impuesto necesariamente por una cuestión digamos realista en cuanto a la transformación de impresiones, a la autoobservación, a la regeneración del espíritu, si llegamos a comprender que este espacio físico es únicamente un proceso más dentro del proceso existencial, podremos vislumbrar que existe o debe existir necesariamente otro espacio en el que no exista la dependencia, la causa y el efecto, el principio y el fin, el blanco y el negro, el positivo y el negativo.

Exactamente un mundo en el que no exista nada de todo eso. Un mundo en el que no exista la dualidad.

Nuestra psicología necesita constantemente nutrirse de procesos de aprendizaje. La memoria juega un papel importante en dicha transformación. Pero más allá de este proceso existe lo que conocemos por cromosoma, por ADN y ahí está el quid de la cuestión.

El ser humano actual, deberá conformar un determinado tipo de ADN que le va a permitir per se, procesar estadios evolutivos superiores,

Y ahí está ese cruce simbólico, ese punto en el que se rompe la horizontalidad a través de esa perpendicular que la corta, pero simultáneamente con la realidad del mundo físico.

No olvidemos que la trascendencia no debe ser huir de este mundo tridimensional y pasar a un mundo adimensional, sino que la razón de la existencia, de la realidad, estriba en que juntamente con la experiencia vivencial, física, podamos ser conscientes in situ, instantáneamente, al acto, de ese mundo tetradimensional y, por lo tanto, trascendental.

Deciros, que la transformación del ADN de vuestra generación en estos tiempos tan necesarios para el cambio, es una cuestión vital para procesar debidamente en un futuro, no muy lejano, la cantidad inmensa de secuencias vibracionales que vuestra mente deberá contemplar, asimilar y asumir.

Es un cambio adeneístico que nunca se verá favorecido por inducción de terceros y, ni mucho menos, por inteligencias que puedan existir en todo el Cosmos.

Esa sería una burda interferencia o intromisión en un espacio psicológico determinado, que a todas luces merecería cualquier reprobación sensata de mentes de ese nivel.

Con respecto al ADN, este sufre ciertas limitaciones, propias del medio en el que está imbuido el organismo de vuestro nivel.

Pero el ADN es mucho más amplio. Su lectura genética obedece a determinadas casuísticas propias, como digo, del medio en que se desenvuelve. Y limitadas ex profeso precisamente por Quien en su momento ha contemplado dicha limitación como un hecho efectivo y progresista.

El cambio que está sufriendo la actual generación lleva implícito una transformación de ese ADN, una mejora de sus respuestas genéticas. Porque, en definitiva, la zona del córtex neuronal se verá insuficiente para dar cabida a una nueva compenetración vibracional.

Es por eso que se exige, entre comillas, el cambio cósmico a un nivel individual y que va a procurar, por supuesto, una mejora interpretativa de los procesos psicológicos de vuestra generación.

Sinceramente no sé si se va a producir en el 2012, en el 2008 o en el 2006, pero indudablemente se debe producir.

Cuando hablamos de cambios inminentes, estamos hablando de transformaciones rápidas comparadas con un proceso macrocósmico,  pero eso tampoco indica que los cambios deban ser de hoy para mañana o para el año que viene.

Existen una serie de ponderaciones e incluso imponderables que pueden acelerar o retrasar un cambio cósmico y psicológico de dicha naturaleza.

No obstante, nuestros parámetros nos indican que en función de la energía actual, en estos momentos, un cambio adeneístico podría producirse perfectamente en el 2012, aunque una determinada aceleración psicológico-energética del montante o masa crítica, puede hacer avanzar dicha participación, porque la aceleración no es constante.

El cambio es sencillamente con Amor.

Pero, ¿cómo se experimenta ese Amor? Ahí está la cuestión. Cada uno lo experimentará según su real saber y entender.

Pero una cosa es cierta: cada uno aprenderá y asimilará dicho proceso en función de su grado de alegría, de felicidad, de compañerismo, de saberse en un estado de transformación y su exponente máximo será el pensamiento de Amor. En primer lugar hacia uno mismo, e indudablemente también hacia los demás.

Cuando nos despojemos de esa careta de miedo al futuro, de esa posesión, de ese materialismo que nos hace modificar pensamientos trascendentes…

Cuando estemos abiertos a la imaginación creativa, a la comprensión, a la ayuda humanitaria...

Cuando nuestro futuro únicamente sea nuestro presente...

Cuando no exista nuestro pasado...

Cuando únicamente, insisto, exista un presente, el aquí y ahora, en ese momento podremos ir dándonos perfectamente cuenta de nuestro cambio adeneístico, cromosómico, evolutivo.

Cada uno está en un proceso determinado. La mente, tendrá su tiempo y cada uno entenderá ese momento y esa necesidad si acaso se da cuenta de ello.
No olvidemos que no todos los que estamos aquí hemos venido o pensado en un momento como este.

Algunos hemos venido tan solo a observar, otros a aprender y otros también a reconocer aquí y ahora ese instante mágico de cambio directo hacia la autorrealización del Ser.

Y de un cambio progresivo y progresista hacia la emancipación de los sentidos, de forma que nos permita contemplar este mismo mundo desde otra óptica.

Y cuando hablamos de otra óptica, nos referimos exclusivamente a la visión estereoscópica que puede proporcionarnos una mente abierta evolutiva y contemplativa.

Estamos en que debemos ir comprendiendo paulatinamente todo el conglomerado de circunstancias que hacen posible que podamos entender la cuestión.

Y la cuestión es: cómo vivir la vida sin otro apreciativo que vivirla en un sentido profundo y trascendental.

Claro que debemos pensar primeramente en qué estamos dedicando nuestro esfuerzo, nuestro sacrificio, nuestra vida física. Porque si hallamos plena concertación con lo que estamos haciendo en este mundo, si apenas nos damos cuenta de cómo vivimos, poco podremos darnos cuenta de cómo vivir una vida plena en el sentido más espiritual.

Y claro está, el día a día, la rueda de la rutina diaria, se mezcla con los sinsabores, la angustia, el pleno rendimiento, la escasez de dinero, el pago de nuestras deudas, nuestra subsistencia. Todo ello en un revoltijo que empaña un proceso de clarificación, evitando por supuesto llegar a comprender directamente la realidad.

Mas la vida, la existencia, es inteligente. La Madre Naturaleza es inteligente. El Cosmos es inteligente y entiende cuándo es el momento de dar a sus hijos, por decirlo de algún modo, el instante preciso para que se transformen.

La vida entiende que el mundo tridimensional es de una lógica aplastante. Que dos y dos son cuatro, y esto es adrede para que entendamos este mundo y podamos modificarlo, vivir en él, desarrollarnos y morir en él. Pero deja muy poco espacio para la reflexión, para la meditación, para la objetividad. Es lógico, claro. Es un mundo lógico, determinista, dual.

No pidamos a un mundo dual una sensación tetradimensional o trascendental.

Debe haber o existir algún mecanismo que nos permita, siendo y viviendo en un mundo tridimensional, objetivar la cuestión y derivarla hacia un mundo pleno de luz y color. Y entonces, y sólo cuando pedimos en nuestro interior dicho cambio, es cuando aparece la posibilidad de realizarlo.

De natural, tenemos necesidad de saber. Pero antes es necesario saber que no sabemos.

Es un dicho antiguo, milenario, pero así es. Porque si no sabemos que no sabemos, nunca llegaremos a conocer y a saber lo que no sabemos.

Imaginémonos subidos a un tiovivo, dando vueltas sobre un mismo eje recorriendo una gran extensión, sin movernos apenas unos metros de dicho eje.

Entonces, ¿dónde está nuestro eje? Situémonos, pensemos, ¿en qué lado de nuestra psicología estará ese eje que nos incita a dar vueltas y más vueltas y cada vez más rápido, sin apartarnos en absoluto del mismo?

Tal vez por ahí llegaremos a entender qué nos pasa en nuestra vida, en nuestra situación vivencial. ¿Por qué se repite y repite una anécdota tras otra? ¿Por qué esa insistencia, hasta llegar al agotamiento, para darnos cuenta de que no hemos avanzado lo suficiente?

No se trata de ir más rápidos, como tampoco de llevar a cabo un gran o extenso recorrido, sino de ampliar horizontes mentales, de desapegarnos cada vez más de nuestro eje psicológico. Y ¿cómo vamos a conseguirlo?: dando el suficiente ímpetu a nuestra inquietud con la suficiente autoobservación.

Al separarnos de dicho eje hallamos la libertad. Y al acercarnos peligrosamente a ese eje rotatorio, hallamos el significativo sentimiento de miedo.

Miedo a soltarnos, miedo a la renuncia, miedo al que dirán, miedo a romper estructuras mentales. Miedo, miedo, miedo...

Además de la insistencia, es posible también añadirle voluntad. Ahora bien, ¿voluntad para qué? Entendiendo necesariamente qué es voluntad y para qué nos va a servir y en especial para qué queremos voluntad.

Y la voluntad es aquello que la razón no tiene porque interferir y que cuando interfiere ya no es voluntad.

El cambio para proceder a una transformación indudablemente va a pasar por la necesidad de crear ciertas disciplinas o unas determinadas técnicas, pero siempre conociendo y sabiendo para qué van a utilizarse.

Y a estas alturas no vamos a confundir el deseo con el anhelo.

Porque, ¿tú qué quieres o deseas? o ¿tú, qué anhelas? Porque si tú quieres o deseas transformarte, mejorarte, aspirar a más, a ser un iniciado, entonces debo decir que este no es el camino. Ni para nada te va a servir ninguna de las técnicas que tú mismo adquieras a través de la voluntad.

Primeramente has de comprender, profundamente, que necesitas un cambio. Si es que realmente lo necesitas. Y esto último únicamente te lo vas a contestar tú mismo.

Y cuando realmente comprendas que necesitas cambiar, porque tu anhelo profundo es el de la comprensión de esta situación vivencial y sus ataduras, entonces y solo entonces, vas a aprender por ti mismo, por tu actuación, por tus propias circunstancias, las técnicas necesarias que te van a liberar.

Saboreando las mieles de la autorrealización, preparándote, trascendiendo... Y, en el trabajo Crístico, alcanzar la plenitud del  Ser.

El despertar Crístico se alcanza tras largos procesos de trabajo interior. De descubrirse uno mismo, renunciando a todas las connotaciones de la materia.

Y esto, amigos míos, es muy difícil, al menos para mí. Pero intuyo que en algún lugar muy profundo de mi Ser se está esperando el resucitar Crístico de mi persona como entidad cósmica.

Aunque es bueno que empecemos ya desde un aspecto evolutivo muy temprano, a confiar en el anhelo de llegar a ser un buen cristiano.

Quisiera añadir algo con respecto al cristianismo. Este surgió como punto de unión entre el Ser Absoluto y la materia. Porque la Nada necesitaba manifestar en su interioridad algo que debía marcar un proceso cósmico.

Y el Cristo llegó. Como otras muchas veces ha llegado y espero llegará nuevamente en su momento preciso. Todo cambio precisa de un período y en este caso precisaba de 2012 años para regenerar un sistema cromosómico y adeneístico.


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