MENSAJES
DESDE LAS ESTRELLAS
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Hola amados Hermanos:
Comparto con cariño transcripciones de
la Monografía “Psicología
Transpersonal. Mensajes de Sili-Nur”, que podemos hallar en nuestra
Biblioteca www.tseyor.com
El enlace es:
Con amor,
Noventa PM
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Digamos basta ya a
la
Inexorable
recurrencia de vida
tras vida en una
oscuridad casi total
del individuo.
Démosle la visión completa
de su panorama
espiritual. Enseñémosle
los primeros
pasos a seguir
por el camino de la
evolución
espiritual.
SILI-NUR
67) “Psicología Transpersonal”– EL EGO, NUESTRO FIEL SERVIDOR
67. EL EGO, NUESTRO FIEL SERVIDOR
Es un hecho que si no estamos atentos
a todo cuanto nos rodea y no tenemos muy claros nuestros objetivos…
Si no entendemos debidamente el porqué
de ciertas circunstancias que en un momento determinado actúan en nuestra vida…
Si no llegamos a comprender que en
verdad lo que interesa es una mente despierta y atenta a todo cuanto sucede a
nuestro alrededor...
Si no llegamos a comprender que los
trabajos que tenemos asignados en esta vida tridimensional son pura recurrencia
y un entretenimiento del ego...
Si nos aferramos demasiado a nuestras
prebendas, a nuestras posesiones, a nuestros estados de ánimo...
Entonces, vamos fácilmente a sucumbir.
Casi sin darnos cuenta pasaremos a un estado aletargado y, cómo no,
poco efectivo para la realización auténtica de nuestro Ser.
A menudo, las circunstancias de la
vida siembran la confusión y el cansancio. Inclusive el agotamiento psíquico.
Y si no tenemos en cuenta debidamente
que lo más importante en nuestra vida es el trabajo espiritual y su decantación
hacia un punto que nos sirva de apoyo para la espiritualidad, ese trampolín que
nos llevará al despertar de nuestra conciencia, estaremos siendo objeto de
manipulación de nuestro propio ego.
El ego a veces se disfraza de
necesidad y se recrea en la posesión, en la seguridad, en el perfeccionamiento,
en el mesianismo…
Al ego debemos prestarle mucha
atención, pues siempre se circunscribe en una relación indirecta con la
espiritualidad.
Aunque siempre podemos mejorar nuestra
rentabilidad como seres humanos provistos de libre albedrío y, como tal, de
libre elección, sabiendo discernir entre
lo que verdaderamente nos interesa en un mundo tridimensional, y en el que a su
vez se halla el propio compromiso: un programa global de reestructuración
psicológica, adeneística y cromosómica.
Nuestro tránsito nos lleva a
consolidar ciertos arquetipos que han de
funcionar en un esquema directamente relacionado con un mejoramiento o
autorrealización, resituando exactamente nuestro porcentaje en un esquema
global, a través de la interrelación y en sintonía con el Todo o Absoluto.
Nuestro bagaje espiritual tiende a
resolver ciertas incógnitas, y que deben despejarse al igual que resolvemos un
problema de álgebra o una ecuación de quinto grado.
He aquí la cuestión: ir resolviendo
todo tipo de problemáticas e incógnitas, en la medida en que nuestra mente
y posicionamiento interdimensional nos
va procurando una serie de cuestionamientos a resolver y que indudablemente nos
señalan una realidad.
Realidad que hallamos en función de
unas determinadas secuencias preparadas adrede para ser resueltas al igual que
un revuelto rompecabezas, pero que indudablemente cada pieza corresponde a una
parte del global.
Nuestro posicionamiento tridimensional
es como la obra de un gran dramaturgo, basándose en una particularidad muy
específica. Una escenificación tendente a resolverse por propia decantación de
sus personajes en un englobado sistema de actuación.
Actuación que corresponderá llevarla a
cabo el propio actor y deberá corresponderse con su real situación.
Todo acto conlleva una realización
pero, ¿qué tipo de realización corresponde al ser humano de vuestro nivel?
Sin duda, una actuación que habrá de desarrollarse
en función de un teatro, una mímica. Una escenificación en la que el sujeto
deberá corresponderse, relacionarse, intercambiar posiciones entre unos actores
que, a su vez, seguirán el mismo juego, previamente diseñado por dicho
dramaturgo. Juego que a veces será trágico o cómico o tragicómico.
La escenificación será tan real a
veces que incluso podrá traspasar las barreras de la incredulidad y volverse
real como la vida misma. Y ya sabemos que la vida misma es una ilusión de los
sentidos.
Sin embargo, muchos de los actores de
la comedia o del drama, creerán a pies juntillas la realidad escenificada.
Evidentemente una realidad virtual.
Y la creerán de tal modo que abocarán
sus vidas en la realización y desenvolvimiento de su personaje. Y serán tan fidedignos
a la obra y al guión, que olvidarán en realidad que solo son actores de una
escenificación teatral.
Y para salir de esa escenificación, de
esa obra virtual, únicamente hay un camino, que es el de la renuncia.
Renuncia que lleva parejo una gran valentía,
pues no olvidemos que incluso en el sueño, en el sueño de los sentidos, el
hombre, debe hacer gala de su valentía.
El ser humano tiene que ser valiente y
aceptar el reto, porque en el fondo se trata de su propia autorrealización.
Así pues, cuando abandonamos nuestro
camino espiritual, llevados generalmente por la angustia, el desencanto, el
cansancio, el aburrimiento, es entonces cuando se suceden las confusiones, los
desaciertos, las desaceleraciones y, lógicamente, deambulamos por un mundo real
como la vida misma, aunque totalmente ficticio por cuanto estamos inmersos e
imbuidos por una realidad virtual.
Si creemos verdaderamente que la
autorrealización del Ser puede generarse únicamente con la fuerza de la
voluntad, con el empeño, con la observancia de técnicas y métodos de
autorrealización interior, estamos cayendo bajo los brazos imperecederos del
ego.
El ego es nuestro fiel servidor, pero
a la vez de servirnos, se sirve de nosotros para servirse a sí mismo y a sus
circunstancias.
No es de extrañar pues, que en el
mundo contemporáneo existan infinidad de métodos, de cursos o clases, de
técnicas, de organizaciones preparadas para la autorrealización. No obstante,
ello significa en demasía una autolimitación, más que una autorrealización del
Ser.
Sin embargo, tal vez sea necesario
primero que el hombre entienda por sí mismo su propio error estacionándose,
estancándose y estrangulando soberanamente sus capacidades de intuición espiritual.
Cayendo primero en un gran pozo oscuro
y sin salida, para a través del llanto amargo de su sentimiento de indefensión,
que no es más que por orgullo y falsa
humildad, salir por sí mismo de dicho abismo y resituarse en el punto desde
donde partir hacia la autorrealización o iluminación.
Estamos en unos momentos muy delicados
y en más de una ocasión lo hemos comentado.
Delicados porque dependerá de nuestra
decantación que nos asignemos un proceso libre hacia la autorrealización.
O libremente hacia la caída o
ignorancia u oscurantismo, de la falsa humildad, del falso conocimiento, de la
limitación propia del ego.
Aquí nadie puede hacer nada por nadie.
Tan solo el despertar de la propia consciencia, podrá aligerar sustancialmente
la carga egoica haciendo sobresalir, de alguna manera, esa chispa de
comprensión que indudablemente anida en nuestro interior psicológico.
Se trata de comprender directamente,
personalmente y a través de nuestra propia experimentación. Y esto solo es
posible a través de un gran acto de humildad, de sinceridad y de amistad.
Amistad que lógicamente deberá
corresponderse con nuestros congéneres. Amistad que deberá darse y brindarse
por encima de todo. Porque a los demás únicamente les sirve la amistad y, en
correspondencia a la misma, vamos a recibir igual transacción: amistad por amistad,
amor por amor, felicidad por felicidad.
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