sábado, 1 de diciembre de 2012

24) “La Entropía”– LA HERMANDAD HA BRILLADO POR SU AUSENCIA

MENSAJES DESDE LAS ESTRELLAS
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Hola amados Hermanos:

Comparto con cariño transcripciones de la Monografía “LA ENTROPÍA”. Podemos hallarla en nuestra Biblioteca www.tseyor.com

El enlace es:

Con amor,
Noventa PM
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“La ley de entropía se vale
de muchos medios para frenar el  anhelo
de superación, evolutivamente hablando. La ley de
entropía se vale de muchísimos medios para contrarrestar
ese salto cuántico en ciernes. Más, no lo va a conseguir
porque es imposible “poner puertas al campo”.
Al campo de la evolución,
de la transformación.”
SHILCARS

24) “La Entropía”– LA HERMANDAD HA BRILLADO POR SU AUSENCIA

5.35. REQUISITOS PARA LA TRANSMUTACIÓN
Transmutación no es lo mismo que transformación. Por lo tanto, no por mucho estudiar, no por mucho aprender, no por mucho querer ser buenos y atentos, y fieles cumplidores de las normas, impuestas a veces también por la propia sociedad, se va a transmutar.
Sí, desde luego, puede transformarse y, tal vez, a través de ese ejemplo en sí mismo de bondad y de buenos deseos pueda, en algún momento, vislumbrar esa luz propia de los seres que están a punto de transmutar, pero no siempre es así.
Muchos viven, viven, viven... en una sucesión de existencias repetitivas y constantes. Nacen y mueren con el deseo de ser mejores, con el deseo de amar, con el deseo de querer, con el deseo de prosperar, de evolucionar... pero sucumben al fin, después de tanto deseo, a la ley de entropía.
Y, ¿qué pasa con ellos? Pues exactamente no pasa nada. Porque se vuelve a empezar en esa cadena o en esa rutinaria rueda evolucionista. Por lo tanto, ahí tiene que haber un dispositivo franco, puro y objetivo como para que se deje uno de transformar, y suba el eslabón para la transmutación. Y esta sí que es factible y positiva. Y realmente creativa.
Para la transmutación no se precisa otra cosa que paciencia, equilibrio, mucha humildad y, sobre todo, amor por los cuatro costados. Amor de entrega desinteresada, sin interés alguno.
Y con esa simple ecuación el ser humano atlante, la réplica del ser humano atlante aquí en este nivel de manifestación, es capaz de transformarse en un sentido objetivo y puro, es decir, es capaz de iluminarse, y al mismo tiempo, y por ello, capaz de transmutar.
Así, creo que todos los aquí presentes, y los que nos siguen a través de la lectura de nuestros comunicados, y en definitiva todos los que están en tiempo simbólico estelar del yo en retroalimentación, en grupos parecidos a este y siguiendo el mismo proceso de emancipación crística, estarán constantemente transmutando.

5.36. LA HERMANDAD HA BRILLADO POR SU AUSENCIA
En este espacio temporal en el que habitáis y cohabitáis, y también a veces para entreteneros sufrís, no queda otra alternativa que entender el proceso por el cual la raza atlante de vuestro nivel, aquí en la Tierra, ha permanecido en el oscurantismo, desconociendo en gran parte su objetivo, cual es el descubrimiento de uno mismo, cual es el de la interiorización.
Ese desconocimiento sin duda ha venido porque por un lado las expectativas de un sabroso y delicioso mundo en exploración, investigación, comprobación, han ido mermando ciertas facultades psíquicas intuitivas.
El atlante se ha dormido, claro está, olvidando la premisa más importante, cual es una vida interna plena, gozando indiscutiblemente de los mundos paralelos de todo el universo conscientemente.
Esa es una de las razones por las que el atlante necesita ahora superar el gran bache psicológico, ese gran olvido. Ahora se están cumpliendo los tiempos. Esos tiempos están llegando, están casi a la vuelta de la esquina.
El compromiso inicial fue que durante algún tiempo el atlante permaneciera libre y pudiera llevar a cabo todo aquello que en definitiva  le acercara más a la idea primigenia.
El pacto pues, con vosotros mismos, fue que después de un periodo de iniciación, sumergidos plenamente en la exquisitez de un mundo tridimensional como es este, con unos planteamientos psicológicos muy sencillos, pudiese llevarse a cabo la gran obra. Una obra que indiscutiblemente habría de partir de una determinada organización u organigrama, impuesto especialmente por el Cristo Cósmico.
Pasaron los años, pasaron las épocas, se cubrieron etapas. Unas muy brillantes, otras no tanto, pero en definitiva la ley de entropía se ha cuidado muy mucho de hacer su papel y cumplirlo fielmente.
Ahora, nos encontramos con unos seres atlantes que, aún después de ese paréntesis de centenares de miles de años, aún, digo, no han transmutado verdaderamente. Esto indica que los primeros planteamientos no se realizaron adecuadamente, tal vez.
Y es que el mundo tridimensional, y aunque su lógica sea aplastante, y dos y dos sean cuatro según vuestras matemáticas, y todo pueda plantearse ordenadamente y llegar al fin propuesto, no siempre sucede así.
Y no sucede así precisamente porque el mundo, todos los mundos tridimensionales de causa y efecto, los mundos duales, son imperfectos. Y en la imperfección no puede llegarse nunca, o casi nunca, a los estadios previstos de antemano, y ahí juega el azar. Que no es azar sino causalidad.
Así que esos primeros planteamientos que se llevaron a cabo por la raza atlante, que voluntariamente ocupó un espacio físico dentro de un paréntesis, olvidándose con el tiempo del tiempo real, valga la redundancia, del universo, ahora se encuentran desfasados. Y en ese desfase lógicamente entra la inquietud, el desasosiego, la incomprensión...
Lo que en un principio se pensó que podían subsanarse cualquiera de los defectos en el proyecto y las desviaciones, como digo, podían subsanarse a través de la hermandad, ni eso mismo ha podido conseguirse o alcanzarse de una forma óptima o adecuada.
La hermandad ha brillado por su ausencia. Y cuando me refiero a la hermandad vengo a referirme a toda la humanidad atlante, no a unos pocos, no en pequeños grupos. Y siendo así que la hermandad no ha funcionado, se ha creado la dispersión, y en ella la desconfianza, la angustia y el olvido cada vez más profundo.
Así que de esos primeros planteamientos, cuando se creía que al final de los tiempos iban a materializarse y a cumplirse, se da uno cuenta o nos damos cuenta, en definitiva nos damos cuenta todos, incluso vosotros aquí en este plano tridimensional, que falta mucho para llegar a ese proyecto, a ese macroproyecto cósmico, Que falta mucho para alcanzar los objetivos.
Y en ese momento los objetivos deben cumplirse. El tiempo termina. Es inamovible, no puede ampliarse. Estamos en un tiempo ficticio y ese tiempo ficticio es un sueño, y de ese sueño toca ya el despertar. Y se va a desvanecer como la bruma, y aparecer de nuevo el horizonte universal, cósmico. Con el tiempo real donde sus criaturas viven y conviven en una hermandad absoluta, porque se saben hijas de la unidad, del Absoluto.
Cuando uno entiende verdaderamente que forma parte del Absoluto, porque es Él mismo, aparece la hermandad, y con ella el amor, la tolerancia, la paciencia, el cariño, la comprensión, el anhelo…
Cuando uno se aparta inconscientemente de ese gran proyecto, porque le vence la inexorable ley de entropía, se va a apartando cada vez más de su núcleo primigenio, de su centro psicológico.
Y al apartarse cada vez más de su mismo patrón, se encuentra perdido. Entra en procesos de oscurantismo, aparece en él el miedo, la desconfianza, el terror, la angustia, el desasosiego…

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