MENSAJES DESDE LAS ESTRELLAS
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Hola amados Hermanos:
Comparto con cariño transcripciones de la
Monografía “LA ENTROPÍA”. Podemos
hallarla en nuestra Biblioteca www.tseyor.com
El enlace es:
Con amor,
Noventa PM
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“La ley de entropía se vale
de muchos medios para frenar el
anhelo
de superación, evolutivamente hablando. La ley de
entropía se vale de muchísimos medios para contrarrestar
ese salto cuántico en ciernes. Más, no lo va a conseguir
porque es imposible “poner puertas al campo”.
Al campo de la evolución,
de la transformación.”
SHILCARS
5.35. REQUISITOS PARA LA
TRANSMUTACIÓN
Transmutación no es lo mismo que transformación. Por lo tanto, no
por mucho estudiar, no por mucho aprender, no por mucho querer ser buenos y
atentos, y fieles cumplidores de las normas, impuestas a veces también por la
propia sociedad, se va a transmutar.
Sí, desde luego, puede transformarse y, tal vez, a través de ese
ejemplo en sí mismo de bondad y de buenos deseos pueda, en algún momento,
vislumbrar esa luz propia de los seres que están a punto de transmutar, pero no
siempre es así.
Muchos viven, viven, viven... en una sucesión de existencias
repetitivas y constantes. Nacen y mueren con el deseo de ser mejores, con el
deseo de amar, con el deseo de querer, con el deseo de prosperar, de
evolucionar... pero sucumben al fin, después de tanto deseo, a la ley de
entropía.
Y, ¿qué pasa con ellos? Pues exactamente no pasa nada. Porque se
vuelve a empezar en esa cadena o en esa rutinaria rueda evolucionista. Por lo
tanto, ahí tiene que haber un dispositivo franco, puro y objetivo como para que
se deje uno de transformar, y suba el eslabón para la transmutación. Y esta sí
que es factible y positiva. Y realmente creativa.
Para la transmutación no se precisa otra cosa que paciencia,
equilibrio, mucha humildad y, sobre todo, amor por los cuatro costados. Amor de
entrega desinteresada, sin interés alguno.
Y con esa simple ecuación el ser humano atlante, la réplica del ser
humano atlante aquí en este nivel de manifestación, es capaz de transformarse
en un sentido objetivo y puro, es decir, es capaz de iluminarse, y al mismo
tiempo, y por ello, capaz de transmutar.
Así, creo que todos los aquí presentes, y los que nos siguen a
través de la lectura de nuestros comunicados, y en definitiva todos los que
están en tiempo simbólico estelar del yo en retroalimentación, en grupos
parecidos a este y siguiendo el mismo proceso de emancipación crística, estarán
constantemente transmutando.
En este espacio temporal en el que habitáis y cohabitáis, y también
a veces para entreteneros sufrís, no queda otra alternativa que entender el
proceso por el cual la raza atlante de vuestro nivel, aquí en la Tierra, ha
permanecido en el oscurantismo, desconociendo en gran parte su objetivo, cual
es el descubrimiento de uno mismo, cual es el de la interiorización.
Ese desconocimiento sin duda ha venido porque por un lado las
expectativas de un sabroso y delicioso mundo en exploración, investigación,
comprobación, han ido mermando ciertas facultades psíquicas intuitivas.
El atlante se ha dormido, claro está, olvidando la premisa más
importante, cual es una vida interna plena, gozando indiscutiblemente de los
mundos paralelos de todo el universo conscientemente.
Esa es una de las razones por las que el atlante necesita ahora
superar el gran bache psicológico, ese gran olvido. Ahora se están cumpliendo
los tiempos. Esos tiempos están llegando, están casi a la vuelta de la esquina.
El compromiso inicial fue que durante algún tiempo el atlante
permaneciera libre y pudiera llevar a cabo todo aquello que en definitiva le acercara más a la idea primigenia.
El pacto pues, con vosotros mismos, fue que después de un periodo
de iniciación, sumergidos plenamente en la exquisitez de un mundo
tridimensional como es este, con unos planteamientos psicológicos muy
sencillos, pudiese llevarse a cabo la gran obra. Una obra que indiscutiblemente
habría de partir de una determinada organización u organigrama, impuesto
especialmente por el Cristo Cósmico.
Pasaron los años, pasaron las épocas, se cubrieron etapas. Unas muy
brillantes, otras no tanto, pero en definitiva la ley de entropía se ha cuidado
muy mucho de hacer su papel y cumplirlo fielmente.
Ahora, nos encontramos con
unos seres atlantes que, aún después de ese paréntesis de centenares de miles
de años, aún, digo, no han transmutado verdaderamente. Esto indica que los
primeros planteamientos no se realizaron adecuadamente, tal vez.
Y es que el mundo tridimensional, y aunque su lógica sea
aplastante, y dos y dos sean cuatro según vuestras matemáticas, y todo pueda
plantearse ordenadamente y llegar al fin propuesto, no siempre sucede así.
Y no sucede así precisamente porque el mundo, todos los mundos
tridimensionales de causa y efecto, los mundos duales, son imperfectos. Y en la
imperfección no puede llegarse nunca, o casi nunca, a los estadios previstos de
antemano, y ahí juega el azar. Que no es azar sino causalidad.
Así que esos primeros planteamientos que se llevaron a cabo por la
raza atlante, que voluntariamente ocupó un espacio físico dentro de un
paréntesis, olvidándose con el tiempo del tiempo real, valga la redundancia,
del universo, ahora se encuentran desfasados. Y en ese desfase lógicamente
entra la inquietud, el desasosiego, la incomprensión...
Lo que en un principio se pensó que podían subsanarse cualquiera de
los defectos en el proyecto y las desviaciones, como digo, podían subsanarse a
través de la hermandad, ni eso mismo ha podido conseguirse o alcanzarse de una
forma óptima o adecuada.
La hermandad ha brillado por su ausencia. Y cuando me refiero a la
hermandad vengo a referirme a toda la humanidad atlante, no a unos pocos, no en
pequeños grupos. Y siendo así que la hermandad no ha funcionado, se ha creado
la dispersión, y en ella la desconfianza, la angustia y el olvido cada vez más
profundo.
Así que de esos primeros planteamientos, cuando se creía que al
final de los tiempos iban a materializarse y a cumplirse, se da uno cuenta o
nos damos cuenta, en definitiva nos damos cuenta todos, incluso vosotros aquí
en este plano tridimensional, que falta mucho para llegar a ese proyecto, a ese
macroproyecto cósmico, Que falta mucho para alcanzar los objetivos.
Y en ese momento los objetivos deben cumplirse. El tiempo termina.
Es inamovible, no puede ampliarse. Estamos en un tiempo ficticio y ese tiempo
ficticio es un sueño, y de ese sueño toca ya el despertar. Y se va a desvanecer
como la bruma, y aparecer de nuevo el horizonte universal, cósmico. Con el
tiempo real donde sus criaturas viven y conviven en una hermandad absoluta,
porque se saben hijas de la unidad, del Absoluto.
Cuando uno entiende verdaderamente que forma parte del Absoluto,
porque es Él mismo, aparece la hermandad, y con ella el amor, la tolerancia, la
paciencia, el cariño, la comprensión, el anhelo…
Cuando uno se aparta inconscientemente de ese gran proyecto, porque
le vence la inexorable ley de entropía, se va a apartando cada vez más de su
núcleo primigenio, de su centro psicológico.
Y al apartarse cada vez más de su mismo patrón, se encuentra
perdido. Entra en procesos de oscurantismo, aparece en él el miedo, la
desconfianza, el terror, la angustia, el desasosiego…
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